Fatiga, el perro peregrino que sigue vivo en el Milagro de Salta

Con el inicio del Milagro, vuelve a recordarse la historia de Fatiga, el perro peregrino de La Merced que acompañó durante años las festividades religiosas de Salta.

La Merced26 de agosto de 2025Diario del ValleDiario del Valle
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Fatiga, el perro peregrino

Con la llegada de septiembre y el comienzo de las celebraciones en honor al Señor y la Virgen del Milagro, una figura muy especial regresa al recuerdo de los salteños: Fatiga, el perro peregrino que, durante más de diez años, formó parte inseparable de las expresiones de fe en la provincia. No era un animal cualquiera, sino un símbolo popular que sorprendía por su constancia y por la devoción silenciosa con la que participaba en cada misa, procesión o peregrinación, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva de La Merced y de todos los fieles que lo conocieron.

Fatiga falleció en 2018, en su pueblo natal del Valle de Lerma, donde había vivido toda su vida. Nadie sabe con certeza su edad exacta: algunos vecinos aseguran que superaba los veinte años, mientras otros calculaban que rondaba los diecisiete. Lo cierto es que, ya anciano y cansado, eligió descansar en el mismo lugar donde se había ganado el cariño y el respeto de toda la comunidad. La noticia de su muerte causó un profundo dolor, porque más allá de ser un perro callejero, había logrado convertirse en un verdadero compañero de camino para los creyentes.

Una vida ligada a la fe y a las tradiciones


La historia de Fatiga comenzó como la de tantos otros perros sin dueño, en medio de ladridos aislados, noches de frío y caminatas sin rumbo por las calles del pueblo. Sin embargo, con el paso del tiempo, empezó a llamar la atención por un comportamiento único: asistía con puntualidad a la misa dominical en la parroquia Nuestra Señora de La Merced, donde se sentaba en el atrio y esperaba paciente el inicio de la celebración, para luego marcharse cuando las campanas anunciaban el final. Lo mismo ocurría en las fiestas patronales y en las procesiones especiales, donde su presencia se volvía tan habitual que los vecinos ya lo consideraban parte de la comunidad religiosa.

Lo más sorprendente era su participación en las grandes peregrinaciones. Desde hacía más de una década, caminaba cada septiembre junto a miles de fieles que partían desde La Merced hacia la Catedral Basílica de Salta para honrar al Señor y la Virgen del Milagro. Avanzaba entre la multitud con paso sereno, se detenía cuando lo hacía la columna de peregrinos y retomaba la marcha cuando sonaban los cantos y oraciones. También estaba presente en las festividades de Sumalao y en la procesión del Sagrado Corazón de Jesús, organizada por los abuelos del hogar municipal de día Angelina Beltrés de Di Pauli, a las que llegaba sin que nadie lo guiara ni lo llamara, como si supiera con exactitud cuándo y dónde debía estar.

Esa fidelidad era lo que más sorprendía a quienes lo veían: mientras otros perros se sumaban a las caminatas y quedaban en la capital, Fatiga siempre regresaba a La Merced, como si tuviera un compromiso con su gente y su lugar de origen. Por esa razón, su figura se transformó en un emblema de la fe popular, un testimonio vivo de cómo la devoción trasciende a las personas y se instala incluso en quienes nadie esperaba.

Reconocimiento en vida y despedida popular


La comunidad de La Merced no dejó pasar la oportunidad de homenajearlo en vida. En una de las plazas principales, frente a la parroquia local, se levantó un monumento tallado en madera por el artista Pablo Farfán, que lo representa como lo conocieron todos: caminando entre los peregrinos. Allí, cada año, se organizaba un desfile de mascotas que él mismo encabezaba con orgullo, recibiendo el aplauso de grandes y chicos.

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Su imagen también fue plasmada en un mural en la rotonda de Limache, en el acceso a la ciudad de Salta, donde se lo representó marchando junto a los fieles en dirección a la Catedral. Esa obra, que permaneció durante varios años, resumía lo que había sido: un compañero silencioso que acompañaba el andar de la fe.

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El día en que se conoció su muerte, en 2018, la tristeza recorrió todo el Valle de Lerma. Vecinos y peregrinos lo recordaron como a una verdadera leyenda local, un ser que había trascendido su condición de perro callejero para convertirse en guardián espiritual de las tradiciones más queridas por los salteños. Desde entonces, cada septiembre, cuando vuelven las campanas y las procesiones del Milagro, su recuerdo renace entre quienes lo conocieron y entre quienes escuchan por primera vez su historia.

Fatiga ya no camina entre la multitud, pero su figura permanece presente en cada expresión de fe. Fue peregrino, guardián y símbolo de la devoción popular; hoy es memoria viva, leyenda y ejemplo de fidelidad, no solo en La Merced, sino en toda la provincia.

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