La historia detrás del cuadro de Sergio Massa

En el marco de la reciente restauración democrática en Argentina, la familia de Matías Oberlin optó por un cambio y se trasladó a Costa Rica, un país que sería su hogar desde 1988 hasta 1997. Esta mudanza, más que una simple decisión, representaba un alivio para la familia después de años de tensiones y persecuciones durante la dictadura argentina. Durante su estancia en Costa Rica, la madre de Matías aprovechó la oportunidad para sumergirse en las artes plásticas, inscribiéndose en la Universidad pública de dicho país. 

Los tiempos oscuros de la dictadura en Argentina habían dejado huellas profundas en la familia Oberlin. Específicamente, entre marzo y octubre de 1976, el padre de Matías tuvo que entrar en la clandestinidad. Durante este peligroso período, encontró refugio y solidaridad en la familia Galmarini, integrada por Fernando “El Pato” Galmarini, Marcela Durrieu y su hija Malena. Esta familia no solo ofreció un refugio seguro, sino que crearon un lazo indestructible, al punto que Malena llegó a ver al padre de Matías como una figura paterna.

Este fuerte vínculo entre ambas familias trascendió los años y las adversidades. En el año 2000, cuando Malena y Sergio Massa decidieron casarse, no dudaron en invitar a la familia Oberlin a la celebración. Sin embargo, esta invitación llegó en un momento difícil para los Oberlin, ya que el padre de Matías había perdido su empleo y la crisis económica y política que desembocaría en el colapso de 2001 comenzaba a hacer mella en la sociedad argentina.

A pesar de las adversidades económicas que enfrentaban, los Oberlin no querían presentarse con las manos vacías a la boda. La madre de Matías, a pesar de su reticencia a regalar sus obras, decidió obsequiar a los novios uno de sus cuadros. Más allá de su valor artístico, este cuadro encapsulaba las luchas, los sueños y las esperanzas de una familia que había vivido el exilio, la persecución y finalmente, la redención. 

El acto de regalar ese cuadro no fue solo un gesto de agradecimiento, sino también una forma de honrar la memoria colectiva y los lazos construidos en tiempos de adversidad. Representaba la resistencia, la solidaridad y la inquebrantable voluntad de no olvidar el pasado mientras se construye un futuro mejor.

La crisis económica y política que asoló a Argentina en los años previos a 2001 dejó cicatrices en muchas familias. Una de ellas es la de Matías Oberlin, quien, bajo el alias de Drapetómano, compartió en Twitter una emotiva historia que une a su familia con el ahora candidato a presidente, Sergio Massa.

En el año 2000, en pleno epicentro de las dificultades económicas, Sergio Massa y Malena decidieron casarse. Entre los invitados al enlace estaban los padres de Matías. En esos tiempos, la familia Oberlin atravesaba por un periodo particularmente duro. El padre, desempleado desde hacía meses, se levantaba al alba para realizar cualquier tipo de tarea que generara algún ingreso para la familia. Por otro lado, la madre enfrentaba el rechazo y discriminación constantes debido a su falta de ciudadanía, en un contexto donde la xenofobia era un tema recurrente en los medios de comunicación.

Lo que ocurrió después con ese cuadro es una lección de respeto y memoria. A pesar de las circunstancias, de las diferentes posiciones sociales y de los años, ese cuadro ha tenido un lugar destacado en el living de la casa de Sergio Massa durante más de dos décadas. Aunque el panorama político y económico cambió y Massa ascendió en su carrera política hasta convertirse en candidato a presidente, la obra se ha mantenido en su lugar.

La madre de Matías falleció en 2015, y Malena asistió a su velorio, con lágrimas en los ojos, marcando la profunda conexión entre las dos familias. En estos tiempos de efímeras relaciones y olvidos rápidos, la historia del cuadro de Sergio Massa nos recuerda la importancia de los gestos, de la memoria y de las historias humanas que trascienden la política y el tiempo.